Revista 90+10


















Por: Javier Villa

Habría que incluir un nuevo nombre en la fantástica historia de la abstracción geométrica argentina que, sin hacerle un “ole” a las ramas concretas/Madí, plantea otra línea; una más cercana a la trazada por Víctor Magariños D., que por Tomás Maldonado o Gyula Kosice. Juan Sebastián Bruno apela a cierta espiritualidad personal o levedad, y a un uso del color deudores de la línea Magariños-Joglar, antes que a la de la matemática inventiva. Es que justamente lo que queda de ese concepto fundamental de invención es una estrategia de montaje, pura magia del display.

Éste es el aporte de Bruno al legado, el acercar la abstracción geométrica a otros gigantes como Marcel Duchamp (en línea con Moholy Nagy) y Joseph Beuys, es decir, al objeto encontrado, al collage, a un existencialismo simbólico cruzado con la realidad más concreta, además del existencialismo utópico de la línea y el color. En términos más contemporáneos, una historia de la abstracción, atravesada por estrategias de tantos coetáneos, donde se encuentran la historia grande con la historia personal, los nombres individuales y las redes sociales, el deporte e Internet, el objeto encontrado y el creado.

En la misma fecha, dentro de la galería Foster Catena, los objetos de Bruno, cargados de una memoria emotiva y feliz, se cruzan con las fotografías deBruno Dubner, que opera sobre otra analítica del pasado. “Las Muertas” es una nueva entrega de uno de los fotógrafos más lúcidos que va quedando en las artes visuales (tomando al fotógrafo como aquél que se dedica insistentemente a analizar y discutir la producción fotográfica, no como aquél que saca fotos). En una primera mirada rápida, Dubner lanza un anzuelo básico y conocido, como para plantear el terreno de juego: hablamos de teoría fotográfica clásica, de un medio cuya esencia es la preservación; lo hacemos con una estrategia fotográfica clásica, una serie que ahonda en las líneas de la fotografía conceptual, al plantear un ensayo sobre una tipología, en este caso, y al estilo Bernd e Hilla Becher, en desaparición. Pero aquello en desaparición no sólo es el objeto de estudio, ya que el objeto de estudio no es sólo lo fotografiado, sino el fotografiar.

Las Muertas es más un requiem de la fotografía analógica, que de la cartelería urbana diseñada, tipografiada, objetual. La inteligencia de la serie de Dubner radica tanto en partir de la base conocida (Barthes, Sontag, el conceptualismo fotográfica post sesentas), como en la elección del contenido de la foto, para abrir un debate sobre la actualidad del medio, sin melancolía o crítica, con una profundidad analítica desde la semiótica y el humor. El cartel es la cara analógica del diseño y el marketing en el presente virtual, donde la fotografía digital se vuelve un lenguaje coloquial, casi más usado que la palabra. Nos comunicamos con teléfonos que tienen texto, voz e imagen. Actualmente, hay una nivelación de lenguajes, como aparece iluminado en esta dupla entre el cartel y la fotografía: palabra e imagen niveladas en un mismo objeto del pasado por un Dubner, dentro de un presente post-analógico.


http://90mas10.com/cultura/arte/bruno-por-dos-en-foster-catena_3216.html